La frecuencia es una magnitud que mide las oscilaciones por segundo en una vibración, así, si algo vibra muy rápido tendrá una frecuencia alta y si lo hace lentamente, pues ésta será baja. La frecuencia caracteriza las
ondas (que no son más que vibraciones al fin y al cabo). En el caso del sonido, una frecuencia alta produce sonidos agudos y una baja graves. (Te aconsejo que si andas un poco perdido porque no controlas demasiado de estos términos pincha en donde pone
ondas antes de seguir leyendo y te mires la parte que está un poco antes de las fotos.)
Pues bien, una vez dicho esto, hablemos de la frecuencia natural.
Todos los objetos tienen lo que se denomina como frecuencia natural, es decir, una frecuencia tal que si se emite una vibración a ésta, el objeto en cuestión comienza a vibrar “sin que nadie lo toque”. De esta forma y explicado con sonido, yo podría hacer vibrar (y mover) todo lo que quisiera solo emitiendo sonidos que tuvieran la misma frecuencia que la frecuencia natural de los objetos en sí.
Alguien podría decir, bueno, todos los objetos vibran en mayor o menor medida cuando están sometidos a una vibración externa; y tendría razón, pero en el caso que planteo el objeto no solo vibra, sino que va más allá, entra en resonancia. Entrar en resonancia viene a ser vibrar a lo bestia. Para entender bien todo esto vamos ver un ejemplo simple pero gráfico: