Esta es probablemente la fórmula más conocida de la física a nivel general. Todo el mundo la conoce, pero no tantos son los que conocen qué dice, cuál es su relevancia o para qué se utiliza. Pues bien, hoy vamos a tener un primer acercamiento y a descubrir algunas de estas incógnitas, eso sí, sin entrar en detalles porque nos podríamos tirar aquí la vida.
El fundamento en el que se basa la energía nuclear es simple. Tenemos un núcleo gordo con una cierta masa que se “rompe”, dando lugar a otros núcleos más ligeros. Pues bien, la suma de las masas de los núcleos ligeros NO es igual a la masa del núcleo gordo ¿Dónde está esa masa que falta? Pues muy fácil, se ha convertido en energía.
Si tenemos en cuenta que “c” es la velocidad de la luz en el vacío (c=300.000.000m/s → c²=90.000.000.000.000.000 m²/s²) podemos comprobar que a partir de muy poca masa podemos sacar muchísima energía. También tenemos que tener en cuenta que en un solo gramo de Uranio 235 (es lo que se suele utilizar para fisionar o romper) hay unos 1000000000000000000000 átomos. Y hay otro factor, la reacción es en cadena, es decir, que cuando un núcleo fisiona, lanza neutrones a los demás y los hace fisionar y así sucesivamente. Es como si lanzáramos una granada a una casa llena de granadas. La metralla de la primera haría estallar otra y ésta estallaría la que tiene al lado y así hasta que nos quedáramos sin casa. De hecho, la diferencia entre una central nuclear y una bomba nuclear solo es la capacidad de controlar o no esa reacción en cadena.
Teniendo en cuenta los factores del último párrafo podemos ver que realmente se puede sacar (y se saca) mucha energía a partir de la materia, ¿partiendo de dónde? Pues de la ecuación que todos conocemos: E=mc².
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