Por fin Navidad, ¡qué bien que hayáis venido! Aquí en el asilo los días son demasiado largos, pero hoy todo eso da igual, estáis aquí y eso es lo que importa. Qué recuerdos. Las comidas familiares, las fiestas multitudinarias, los chistes del tío Bernardo, la carne en salsa de doña Pepita, la alegría de los nietos correteando por el salón, los teatrillos de tus primos, los nervios de las uvas (qué mal lo pasaba la abuela, eh) y la copita del champange que siempre traía el primo Sebas desde París. ¡Qué momentos! Me encantaría que este momento durara para siempre y que...
-Por favor -sonó por la megafonía de la sala de espera,- los familiares de Fernando Gómez pueden pasar a verlo.
-Lo siento señor, -dijo en niño de la estupefacta familia,- pero me tengo que ir a ver a mi abuelo.
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