En la vida hay pocas cosas que sean realmente exclusivas. Incluso comportamientos que pensamos que son irrepetibles, los repetimos en situaciones totalmente distintas. Un ejemplo de esto es la teoría del vómito.
Cortar con alguien es como vomitar, no por lo desagradable (que también) sino porque en ambos casos se realiza el mismo proceso. Para ver la similitud vayamos paso por paso.
Imagínate que estás en la cama y tienes el estómago revuelto. Intentas dormir, pero no puedes, te duele la barriga y te encuentras mal. Cuando ya ha pasado una hora, empiezas a darte cuenta que lo más probable es que tengas que vomitar. Intentas obviarlo, pensar en otra cosa, dormirte de nuevo, si lo consigues quizá se te pase y no tengas que vomitar, quizá sea solo una cosa pasajera, piensas esperanzado. Por otro lado, sabes que cuando vomites te vas a encontrar mejor, te vas a sentir más liberado y vas a poder dormir bien, pero aun así, no quieres hacerlo, porque es algo, no doloroso pero sí muy desagradable y que cansa. Al final decides dejar de pensar en eso, intentar dormir y aguantar hasta que fisiológicamente no puedas más, así si se te pasa, pues mira que bien y si no, pues es que no podías hacer otra cosa. Al rato la situación se hace insostenible, por mucho que intentes pensar en otra cosa o fingir que te encuentras bien el malestar está ahí y finalmente, vomitas.
Vomitar es desagradable, ya lo sabemos todos, se pasa mal y luego hace falta rato de recuperación en el que escupes unas cuantas veces, te lavas la cara y los dientes, pero luego, pasado ese rato de recuperación te sientes mucho mejor, mucho más liberado, como si te hubieras quitado una carga de encima, ya no hay malestar, ni dolor de estómago ni paranoia de qué hacer, ya puedes dormir a gusto sin tener que pensar en nada. Es más, cuando ya estás en ese estado sueles mirar para atrás y decir: “Pues en verdad no ha sido para tanto y ahora estoy mucho mejor, la próxima vez vomito al principio y no paso mala noche” Pero todos sabemos que la próxima vez harás exactamente lo mismo, intentarás aguantar todo lo posible para evitar vomitar y al final te levantarás a las 5 de la mañana para acabar tu suplicio y, cómo no, dirás que la próxima vez será distinto.
Hasta aquí he relatado lo que, al menos en mi caso, suele ser un episodio normal de una noche de indigestión normal (no etílica, que esas suelen ser de otra forma). El caso es que este mismo proceso se repite en otra situación.
Imaginémonos lo siguiente: Estamos en una relación que ya no nos satisface, que nos pide más de lo que le podemos/queremos dar y no hay indicios de que la cosa vaya a cambiar, si no es para peor. Te planteas cortar, pero sabes que eso es doloroso y desagradable, así que, como tampoco estás muy seguro de que todo esto no sea más que una racha por la que estás pasando, decides esperar a que la cosa se ponga peor. Tú en el fondo sabes que, aunque te gustaría (para evitar cortar) que realmente fuera una racha, no lo es, pero aun así decides esperar hasta que la situación se haga insostenible, esperar a que no tengas otra alternativa, a que tu organismo haga de forma natural lo que tú no quieres hacer por tu cuenta, es decir, esperas hasta que un día estalles de forma incontrolada y lo mandes todo muy lejos, rápido y sin responsabilidad.
Y al final ese momento llega... y estallas. Sí, es desagradable y luego te quedas agotado emocionalmente, pero con el paso del tiempo (tampoco demasiado) te vas dando cuenta de que te sientes más liviano, como si te hubieran quitado una carga de encima, te sientes libre para hacer otras cosas que te apetecen y que antes no podías o no sentías que podías. En ese estado, cuando miras para atrás piensas que por qué no lo habrías hecho antes, el momento de la ruptura y sus consecuencias no fueron tan horribles como lo imaginado, mucho peor fueron los momentos de reflexión intensa y paranoia aguda con el tema. No merecía tanto la pena dar tantas vueltas en torno a cómo iba a ser todo.
Y es que vomitar es desagradable, pero es natural.
Qué gran verdad tío.
ResponderEliminarEs un poco asquerosa la metáfora, pero no por ello menos válida :)
Creo que, en general, modificar el estado tranquilo y sosegado en el que se encuentra uno, para invertir la situación en otra dirección o sentido es fatigoso/doloroso.
Pero HAY QUE VOMITAR, tienes toda la razón.
Tarde o temprano la mierda sale a flote y como no la eches, puedes ser tú quien acabe oliendo mal.
También, hay veces que para vomitar te hace falta la ayuda de otros. Creo que esto vale para la Teoría del Vómito.
A veces no somos capaces de vomitar por nosotros mismos, sino que necesitamos la ayuda de alguien que nos impulse a hacerlo.
Un placer estar al tanto de tu Blog.
Lo tengo en favoritos y le voy hechando vistazos.
Cuando me apetece hago comentarios con intención productiva.
Sigue con esto, está muy bien.
Un abrazo.
Gracias por los ánimos, la verdad es que últimamente estoy un poco más motivado. Mi intención es publicar al menos una cosa al día.
ResponderEliminarRespecto a lo que dices de que a veces hace falta ayuda de otros, es totalmente cierto, entre otras cosas, porque cuando ya no haces las cosas únicamente por iniciativa propia, sino también por consejo de alguien, en cierta forma estás repartiendo responsabilidades, aunque evidentemente tú seas el único responsable de tus actos, pero esa pequeña delegación en otra(s) persona(s) te puede impulsar ha hacer lo desagradable, porque en cierta forma, si todo sale mal, tienes a alguien a quien echarle la culpa, y eso siempre alivia.
BRUTAL!!pero todavía me debes la teoría de los vecinos jaja(vidal)
ResponderEliminarJajaja, es verdad, pero es la tenemos que hacer entre los dos :)
ResponderEliminarEse Vidal!
Llevo un buen rato leyendo muchas de tus entradas en este blog, pero sólo voy a dejar comentarios en ésta. No porque sea la única que se los merece, sino porque el comentario es similar para todos.
ResponderEliminarSabía que tenías un blog, y un par de veces ha accedido a él para ver un enlace concreto. sin embargo, hasta hoy no me había parado a leerlo con detalle. Bueno, pues me parece espectacular. Me han encantao tus teorías, tus reflexiones, tus puntos de vista... y en particular me quedo con esta teoría tuya por acertada, y porque como bien sabes, ahora mismo estoy vomitando, jajaja!
Me alegro muchísimo tío (de que te guste, no de que estés vomitando, claro). Últimamente lo tengo un poco parado, pero a ver si me animo y escribo algunas cosillas más en este ámbito, porque en realidad tengo algunas cosas en la recámara y muchas en el cerebro :)
ResponderEliminarÁlvaro, espero tus aportaciones en las entradas de física, eh, que estoy seguro que con tus comentarios esto puede ganar mucho.
Un abrazo tío!