martes, 30 de noviembre de 2010

Al bajar del escenario

El poeta se sentía muy orgulloso de sí mismo. Había hecho un recital impecable y la gente lo había sabido valorar, pues los aplausos hicieron retumbar las paredes de la pequeña sala, o al menos eso le pareció a él. Cuando pasó por al lado de los presentadores, éstos le dirigieron una sincera sonrisa y le dedicaron un gran “enhorabuena, lo has hecho genial” que le supo a gloria.

Ocupó su sitio entre las miradas de los asistentes y fingió contemplar al siguiente participante mientras intentaba recuperarse del subidón de adrenalina.


A decir verdad, tampoco se perdió gran cosa. En el escenario, un poeta mediocre se esforzaba por rimar unos versos de escaso contenido con más o menos éxito, según el caso. Cuando acabó, el público aplaudió por mera cortesía (él mismo entre ellos) y el proyecto de artista bajó a ocupar su lugar entre la gente.

Imposible explicar el sentimiento que le recorrió cuando vio que los presentadores, dedicándole la mejor de sus sonrisas al desastroso poeta, le decían “muy bien, has estado fenomenal”. Un mundo de sensaciones decidieron declararse la guerra en su cuerpo, todas salvajes, todas hirientes, pero sin duda, la mejor pertrechada, la más potente, era el ultraje.

No no no, no podía ser, no tenía que preocuparse por sí mismo, eso se lo hacían a los perdedores para que no se sintieran tan mal, era como el premio de consolación. Lo suyo era diferente, muy diferente... o quizá no.

Estuvo dándole vueltas al tema hasta que finalmente el presentador dio por concluida la sesión. Consciente de que la duda es la peor de las maldiciones, se levantó decidido y fue derecho a resolver, para bien o para mal, sus inquietudes. Le diría que le dijera la verdad, sin tapujos, que no quería una sonrisita falsa y una opinión condescendiente. Si estaba bien, que se lo dijera y si no, si resultaba que toda su obra, todo lo que había escrito durante estos años y todo lo que se llevaba preparando las últimas semanas era una mierda...

Fue entonces cuando realmente valoró lo que hacían los presentadores porque, al fin y al cabo, la duda no tenía por qué ser tan mala.

2 comentarios:

  1. A little piece of fame, so Andy Warhol said, is not a bad feed for our ego.

    Enjoy it!

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  2. And don't forget that doubts are the beginning of real knowledge. Go on with your doubts, maybe you'll find any answer...or maybe not, but meanwhile, in the road you'll find how to learn.

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